lunes, 28 de mayo de 2012

El mensaje de la flor
Relato oririginal de Pacelli Torres

¿Cuál es el mensaje de una flor? ¿Qué es lo que nos quiere decir con su suave textura y el delicado tono de sus pétalos?

En esta pregunta estasba absorto el conde de Mondaltmán cuando desapareció. Mi padre trabajaba para él. Era el encargado encender las velas en las noches y de ordenar y limpiar la enorme colección de libros de su biblioteca. Yo lo acompañaba en esas labores, pues según la costumbre de la época, al crecer tomaría su lugar.

Los estantes estaban construídos de madera rojiza con delicados arabescos en sus bordes. La cantidad de libros era increíble, y las leyendas sobre ellos habían sido contadas de generación en generación en la cocina del castillo.

Al conde lo vi sólo un par de veces. Era alto y delgado y tenía una mirada que parecía venir de otro mundo.

La tarde que desapareció estaba frente a la ventana contemplando la lluvia cuando un enorme rayo iluminó el cielo. Tal vez sería más exacto decir que aparecieron tres relámpagos simultaneamente que se entrelazaron entre sí y tomaron la forma de una enorme mano. Aquella mano sobre natural tomó al conde con delicadeza y se lo llevó a otro mundo.

“El castillo está embrujado”, dijeron los sirvientes. “Es exactamente un año desde la muerte de la condesa”, dijeron los consejeros y ministros. Y no bien había dejado de llover cuando todos abandonaron el castillo. Mi padre también tuvo que marcharse, pero prometió venir a recogerme después del invierno.

Y así, me quedé solo en el enorme castillo. Mi única petición fue que me dejara las llaves de la biblioteca.

Las semanas que siguieron estuve dedicado a hojear los libros del conde. Las partes alusivas a las flores estaban cuidadosamente subrayadas con tinta dorada. Al margen de un tomo muy viejo había una nota escrita por el puño y letra del conde.

“¿Cual es el mensaje de una flor?”, decía,”las he visto en el bordado de la capa del rey y también en el delantal de la humilde sirvienta. Su forma está a menudo impresa en monedas y templos milenarios pero es borrada en segundos tras ser dibujada en la playa por los niños....”

“¿Cuál es el mensaje de una flor?”, me dije a mí mismo y me acerqué a la ventana para contemplar la campiña.  Entonces noté cómo el sol tomaba la forma de una flor de diente de león. Pensé que mis ojos me engañaban y me los forté incrédulo. Pero no era una ilusión, allí estaba la flor amarilla en medio del cielo, y no sólo era esa eso, en realidad estaba creciendo.

Creció tanto que cubrió todo el firmamento y luego, en sus pétalos pude descubrir líneas de fibras que crecieron hasta parecer ríos. Cada fibra estaba formada por una maraña de hilos y de ellos surgieron esferas en movimiento que vibraban y parecían estar interconectadas por una fuerza invisible.

Una de aquellas esferas era azulada y aumentó tanto de tamaño que pude distinguir mares y continentes sobre ella, luego valles y montañas y finalmente un camino empedrado que parecía salir de la ventana donde yo estaba, sin pensarlo dos veces comencé a caminar por él pues me parecía increíblemente familir. El sonido de las hojas, el aroma a eucalipto, la suave brisa, el murmullo del arroyo, todas ellas eran cosas que de alguna forma yo conocía.

Lo seguí extasiado pensando que se trataba de un sueño. Finalmente llegué hasta un lugar que reconocí de inmediato, era la ladrillera de Ancelmo, en la vereda Lavadero.

“Aquí está”, dijo el ladrillero y salió corriendo llevando un ladrillo en la mano, “aquí está” repitió, y quien lo hubiera visto creería que se trataba de Arquímedes gritando “Eureka”. Aquí está”, me dijo mirándome a los ojos, y en ellos reconocí la mirada del conde.

“Lo he encontrado”, continuó recobrando la cordura, “El mensaje de la for es la flor misma.”

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