viernes, 20 de abril de 2012

El Robo

El Robo
Relato original de Pacelli Torres

“Aguaceros como el de ayer no son normales”, le decía doña Herminia a doña Teresa un día que se encontraron en el mercado.

“Tiene razón comadre, si estuvieramos en marzo o en octubre, venga y pase pero en pleno diciembre...”

“Si sabe lo que le pasó a don Simón?”, preguntó doña Herminia.”Dizque llegaron dos fulanos a la tienda y pidieron un par cervezas y mientras el bueno del Simón las destapaba, los muy pillos salieron corriendo llevandose la botella de aceite que tenía en una repisa”.

“En estos tiempos no se puede confiar en nadie”, repuso doña Teresa, y las dos continuaron haciendo sus compras.

La vendedora de canastos, que estaba en su puesto, oyó sin querer la conversación y su rostro empalideció.

“Le robaron el aceite a Simón”, se dijo a sí misma, “Esto es muy grave, con razón tuvimos ese aguacero tan fuerte ayer. Tengo que avisarle a Ancelmo.”

Cortó una naranja en dos, y presionó una mitad. Una gota de jugo quedó suspendida en el aire y comenzó a girar como un planeta. Tomando una paloma de uno de sus canastos le ató una cinta a la plata y la dejó libre. La paloma voló hacia el planeta recién formado y desapareció con él.

Ancelmo, el ladrillero, se había quitado el sombrero y se secaba el sudor con la manga de la camisa  cuando vio la paloma que se acercaba.

La tomó en las manos y quitó la cinta de la pata. Como si de una película tridimensional se tratara apareron imagenes en el aire representando lo acontecido.

La humilde tienda de don Simón, que también usaba como taller para coser alpargatas, se veía como una fortaleza circular construída con piedras traslúcidas. En el centro de la construcción había una laguna de aguas verdes. Don Simón, que en la imagen aparecía con una túnica escarlata y un turbante tenía un pequeño frasco en la mano de donde salían gotas que caían al agua. Era el aceite sagrado que había traído en su largo viaje desde Arabia.

“Es el aceite de la Compasión, pensó Ancelmo”. El pobre Simón se ha esforzado tanto por traerle compasión a la humanidad, me parece increible que esto le esté pasando.

Lo que sucedió enseguida en las imagenes flotantes realmente fue increible. De la laguna emergieron dos bestias reptilianas con alas de libélula y se abalanzaron contra don Simón.

Este rápido como un rayo sacó su espada curva y se defendió como pudo. En la contienda una de las bestias le mordió la mano derecha donde tenía el frasco y esta se paralizó. Luego comenzó a convulsionar y el frasco cayó de su mano. La otra bestia, con una precisión asombrosa, tomó el frasco en el airey las dos se sumergieron en la laguna.

Don Simón despertó después de dos días en su cama con una violena fiebre, su esposa Luisa lo cuidaba.

“¿Y qué le dio para ponerse a perseguir a esos villanos?” le dijo cuando abrió los ojos.”yo ya le había dicho que por ahí en los juncos viven serpientes coral”.

“Mija, no vaya a lavar la camisa, tal vez una de esas gotas de sangre es de la culebra, depronto le alcancé a dar con el cuchillo. Por ahí escuché que el ladrillero sabe hacer antídotos contra todas esas alimañas”, dijo Simón con un esfuerzo y volvió a dormir.

Don Simón era un ser luminoso, venido de más allá de las estrellas. Había escogido como misión enseñarle compasión a la humanidad. Sin embargo había decidido no hacerlo como su antecesor San Pablo, que terminó decapitado, sino que esperaba poderse comunicar directamente con el inconsciente colectivo. Para tal efecto había trabajado durante años al lado de los antiguos alquimistas y había logrado por fin condensar un elixir etereo que hacía florecer la compasión que todos tenemos en estado latente en nuestro corazón.

Después había emprendido un viaje épico a través del tiempo y el espacio, siguiendo el designio de las estrellas, hasta llegar a la provincia de García Rovira donde había iniciado sus pruebas. Ahora alguien había robado su secreto y Simón temía que fuera mal utilizado.

La imagen se disolvió en el aire y Ancelmo se preparó para ir al pueblo. Un acontecimiento como este ameritaba una reunión extraordinaria con Silverio, su amigo y camarada estelar.
Los dos trabajaron durante toda la noche. Aparentemente Ancelmo había extraído la esencia de la mancha de sangre que apareció en la imagen y habían logrado destilar un antídoto. Se lo llevaron a la tienda ese mismo día y Simón revivió. Por primera vez, desde que dejaron su plano estelar, se habían reunido los tres. Sin embargo nadie sonreía, se acercaban tiempos de guerra.

(continuará)

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