miércoles, 13 de julio de 2011

Mutaciones en la sombra



MUTACIONES EN LA SOMBRA

Relato original de Pacelli Torres

Un pesado manto cayó sobre Kafir y éste se halló en el mundo de las sombras. Había sombras de todas las formas y tamaños, algunas eran bien definidas, como las proyectadas por el cuerpo de un hombre colgado a la luz de la luna. Otras eran difusas, como las producidas en el atardecer tenebroso de un campo santo.


Kafir observó con atención a su alrededor. Siempre había anhelado un refugio para aquellos tiempos en los que ya nada importaba. De los miles de sombras había una que llamó su atención. Dió un paso hacia ella y su cuerpo comenzó a cambiar. De la espalda le salieron cuatro tentáculos que se agitaban suavemente en el aire. Kafir respiró profundamente, ya no podía regresar.


Al dar su segundo paso, otra extraña mutación tuvo lugar. Dos enormes ojos de mosca crecieron en su cabeza y cambiaron el foco de su visión. Sus ojos originales perdieron luz y se fueron atrofiando y reduciendo de tamaño hasta desaparecer. Sus nuevos órganos de la visión contenían miles de puntos focales y formaron en su mente una nueva imagen del mundo que le rodeaba, las sombras adquirieron un tinte nuevo, y solamente entonces descubrió la fuente de las sombras, sus propios sentimientos de avaricia e intolerancia se habían hecho tan espesos que terminaron condensandose en la forma del tétrico mundo en que se encontraba.


Kafir sintió un gran vacío interior y sin embargo dió otro paso hacia adelante. Al igual que las veces anteriores, una nueva mutación tuvo lugar. Su pecho se ensanchó hasta el doble de su tamaño y se hizo de un color traslúcido que permitía ver su purpura corazón bombeando una sustancia negruzca por todo su cuerpo. Kafir sintió con asombro que todos sus sentimientos se mezclaban. Un remolino de emociones lo embargó y, en la extraña confusión, el olvido y la desesperación se agitaron hasta casi asfixiar su buen juicio, y toda esperanza pareció desaparecer.


El terror se apoderó de él y quizo regresar, pero estaba petrificado en medio del mundo de las sombras. Las ondulaciones de sus tentáculos se hicieron más intensas, sus ojos compuestos captaban el horror inimaginable de las sombras y las imagenes así capturadas le recordaron el tiempo lejano en que lavaba sus pinceles después de pintar con acuarela. Su vida había tomado el tono de aquella agua turbia que quedaba en el frasco.


Respiró pesadamente y, casi involuntariamente, dió otro paso hacia adelante. Kafir estaba a medio camino de la sombra que había elegido como destino. Jamás se imaginó estar perdido en un mundo que no conocía. Los nuevos organos adquiridos en las mutaciones no eran de utilidad para él como individuo, parecían más bien servir al mundo de las sombras. Kafir esperó espectante por un nuevo cambio. Sus piernas se alargaron, y de ellas comenzaron a salir ramificaciones que se extendían en todas las direcciones. Sus organos inferiores se estaban transformando en raices, y sintió que lentamente se enterraban en el piso fangoso que acababa de pisar.


Kafir se había transformado. De su ser original quedaba muy poco, pero se aferró con tesón a una idea, a un vago recuerdo que tuviera de cuando era niño. En aquella ocasió había despertado en medio de una pesadilla y al abrir la puerta de su habitación se vió en medio de la más terrible oscuridad. Su miedo creció a tal extremo que le impulsó a enfrentarse con el objeto mismo de su terror, corrió en medio de la oscuridad hasta la habitación de sus padres, y estuvo salvado.


El mundo de las sombras era cada vez más amenazante. Las raices en que se habían transformado sus piernas tras la última mutación se habían desarrollado a tal punto que se vió enterrado hasta la cintura en el lodo espeso de aquel abominable paisaje. Los tentáculos en su espalda comenzaron a agitarse en la dirección de su destino y en sus terminaciones se desarrollaron unos sensores color violeta que parecían alimentarse de la oscuridad.


Kafir hizo un esfuerzo sobrehumano por recobrar la cordura y su mente se calmó. Sus ojos compuestos escudriñaron el panorama evaluando la situación. A su alrededor miles de sombras palpitaban y un desagradable chillido ronco empezaba a sonar. Anclado al piso como estaba, Kafir comprendió su triste realidad. Jamás alcanzaría la sombra elegida, aquella había sido únicamente un señuelo. Ahora serían todas las sombras las que se cerrarían sobre él hasta engullirlo. Quiso cerrar los ojos, olvidarse de todo, sumergirse en un sueño, pero sus ojos compuestos no tenían párpados, su vida misma se había transformado en una horrenda pesadilla. La desolación inundó su pecho traslucido y su corazón, ahora negro, comenzó a latir más lentamente. Su mente buscaba con afán el sentimiento tras el recuerdo de niño, aquella fuerza motriz que le llevó a enfrentarse a la oscuridad, pero su pecho había sido carcomido.


Kafir resignado se abandonó al mundo de las sombras. Éstas se cerraron sobre él y un viento frío comenzó a congelar su alma. Quería acelerar el tiempo, hacer que todo terminara pronto, pero las sombras no tenían prisa, más bien, parecían complacerse en la tortura.


Vino entonces un relámpago centellante, un lapso momentaneo de razón, y el brillo de unos ojos rasgó la oscuridad por una fracción de segundo. Kafir hizo un último esfuerzo por liberarse del mundo de las sombras, agitó con fuerza el poco cuerpo que aun tenía bajo su comando y gritó un nombre, una sola palabra con el poder de vencer todos los obstáculos. Las sombras retrocedieron, se tiñeron de un color gris y lentamente se fueron haciendo tenues hasta convertirse en un halo azuloso que flotaba en el aire. Kafir, exhausto, repitió el nombre, esta vez para sí mismo, y las sombras desaparecieron por completo.


Lentamente se revertieron también las mutaciones. Kafir recuperó su cuerpo y pudo caminar de nuevo, y nunca más quiso buscar el mundo de las sombras. Respiró de nuevo y una mano suave tomó la suya. Kafir por tercera vez repitió el nombre y entonces todo fue Luz.

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