miércoles, 13 de julio de 2011

Oda al Misterio

Para Birgit


ODA AL MISTERIO

Relato original de Pacelli Torres


Todo era calma en medio del bosque. Por alguna extraña razón los insectos habían cesado su costante melodía y los pájaros permanecían mudos. Incluso el viento había dejado de soplar. Todo el bosque parecía estar a la expectativa de un gran acontecimiento que se aproximaba.


Una gota silenciosa se deslizó despacio sobre una gran hoja de color esmeralda y el bosque entero pareció suspirar. La gota cayó al piso, sobre las hojas secas, y se coló etre ellas hasta llegar a la tierra. Comenzaba el milagro.


El bosque entero se sumió en el aroma de la tierra húmeda, el aroma de la vida y la pequeña gota, dividida ahora en partículas diminutas, se vio absorbida por los capilares de la raiz de un rosal que exhibía un único botón a punto de abrirse.


Los habitantes invisibles, guardianes del bosque y de los misterios de la Naturaleza, no pudieron evitar traer a su mente el lejano recuerdo de cuando siendo humanos caminaban por el bosque sin sospechar siquiera sus infinitas maravillas.


Aquel era el mayor de los misterios, la alquimia divina, la transmutación de elementos muertos en elementos vivos. Pero faltaba aun un ingrediente primordial.


Las diminutas partículas de agua ascendieron por el tallo y en medio del más impresionante laberinto buscaron con afán el lugar indicado para el mayor de los sacramentos.


Aquel hermoso rosal extendía sus hojas hacia el cielo implorando por luz. Un diminuto rayo que pudo colarse por entre las hojas de los árboles mayores tocó su superficie y fue atrapado con avidez por la planta.


Y ahora, mientras en la cámara nupcial se consume el gran encuentro, mientras la Luz se combian con el Agua para sostener la vida; los espíritus del bosque entonan un canto inaudible para los humanos en el que cuentan cómo de esta unión, de esta energía recién formada, viene el impulso que hace florecer tanto a rosas como a galaxias.


El joven botánico, que observaba sin moverse el espectáculo, se pregunta por qué aquel gran misterio que los libros llaman fotosíntesis ha perdido su carácter de sacramento tanto en la ciencia como en la conciencia.


Gracias al gran milagro el botón del rosal se había transformado en una hermosa rosa roja.


El joven se levanta despacio y con gran delicadeza toma la rosa recién abierta y la lleva a su amada.


-Con esta flor – le dice más tarde- te expreso el más reverente de los amores.


Pacelli

Junio 16 2011

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