domingo, 6 de abril de 2014


El segundo diluvio
Relato original de Pacelli Torres

Cuando las noticias sobre el segundo diluvio comenzaron a circular, la gente del siglo 21 tomó la determinación de no cometer el mismo error que sus antepasados, los contemporáneos de Noé.

Por supuesto, una gran embarcación en la que cupieran todas las especies animales era algo impráctico. Pero si cada familia construía una pequeña arca y en ella guarecía mínimo a un par de ejemplares, el reino animal, y de paso sus benefactores, podría salvarse.

Los planes pronto se pusieron en marcha, y gracias a las redes sociales pudo asegurarse que ninguna especie quedara atrás.

Sólo un obstinado plomero se negó a la iniciativa. En vez de construir su arca estuvo añadiendo tubos y creando una complicada red de conexiones subterráneas.

“¿Qué haces perdiendo el tiempo con esos tubos en una crisis como esta?”, le increpaban sus vecinos.

Pero el plomero se limitaba a decir que había recibido un mensaje divino y debía completar su obra antes de las primeras lluvias.

Los preparativos para el diluvio estuvieron listos justo a tiempo, a los del plomero sólo les faltaba un pequeño detalle. Desde temprano en la mañana había estado tratando de ajustar un anillo de caucho a la boca de un embudo que coronaba su maraña de tubos. “Debe haber un error”, se repetía una y otra vez mientras las primeras gotas del diluvio empezaron a caer.

Sus vecinos decidieron que no podían dejarlo atrás y a rastras lo llevaron hasta una de las arcas, mientras el desesperado plomero gritaba: “falta el colector, el colector multidiplocidal, sin él nada va a funcionar”

Los vecinos pensaron que estaba delirando, la puerta del arca se cerró a sus espaldas y las lluvias arreciaron.

Por cuarenta días y cuarenta noches llovió sin cesar, y cuando aquella pesadilla hubo, por fin, terminado; las puertas de las arcas se abrieron y en medio de un gran orgullo internacional se celebró el comienzo de una nueva era.

De esa forma, el intento divino para colectar las aguas del diluvio y con ellas apagar las llamas del infierno, se vio frustrado.

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