viernes, 4 de abril de 2014



Rojo
Relato original de Pacelli Torres, ganador del cuarto concurso nacional de cuento RCN-Ministerio de Educación

(Este relato está basado en uno de mis diagramas)

Rojo, como el color de la rosa que fuera dejada sobre la mesa en un distante pasado.

Un destello de luz proveniente del cielo iluminó la ventana y el cristal estalló en mil fragmentos. Entonces, con un salto certero la pantera penetró en la estancia y tomando la rosa entre sus dientes emprendió la huida.

El paisaje de formas cambiantes desfilaba con celeridad y el esbelto cuerpo del felino parecía estático. El universo entero se había condensado en sus pupilas.

La huida tomó varias horas y miles de kilómetros fueron dejados atrás.

Aturdido como estaba, yaciendo de cara contra el piso, convertido en uno de los fragmentos de la ventana; apenas pude creer lo que sucedía. Llamé con todas mis fuerzas a mis compañeros de infortunio, y después de un largo intervalo pude por fin oír sus respuestas, confusas y distantes.

Tracé entonces un plan que nos permitiera unirnos de nuevo. Mi esquema tomó formas intrincadas. Destellos rojos, azules, café, violetas y verdes se agrupaban en el espacio formando un diagrama multicolor. Cada línea, cada ángulo, cada longitud y cada orientación marcaban la posición que deberían tomar mis compañeros para amalgamarnos de nuevo y volver a formar la ventana.

Lentamente todos los fragmentos se acercaron y el cristal comenzó a tomar forma.

Sin embargo, yo fui excluido.

La escena que siguió pareció una película en reverso. Los trozos de cristal se unieron y volaron hasta el marco de la ventana y allí quedaron fijos, como si nada les hubiera pasado.

Yo, por mi parte, me sentí engañado. Decepcionado y triste seguía convertido en un trozo de vidrio. Miré a la ventana y noté que estaba completa, mis antiguos camaradas habían ensanchado sus cuerpos y llenado el espacio que debería haber ocupado yo.

Yo, que creí comprender los secretos del universo, había sido dejado atrás.

Contemplé de nuevo el plan que había trazado para mis compañeros, mi diagrama multicolor, y con un sobresalto me di cuenta de que no había instrucción alguna que hubiera podido haber seguido, había sido yo mismo quien me había excluido.

La desesperación y el despropósito se apoderaron de mi.

Yaciendo como estaba, en el piso, elevé una plegaria que nadie parecía oír. Grité a mis antiguos compañeros pidiendo ayuda, pero era claro que ya no entendían mis palabras. Pensé en los campos, en los ríos, en las flores que había visto cuando fuera humano, y entonces ocurrió un milagro.

Lentamente fui levantado del piso por una fuerza invisible y colocado con delicadeza sobre la mesa.

Fue entonces cuando noté que sobre mi superficie había una mancha roja. Roja, como una gota de sangre de la pantera.

Mi cuerpo cambió. Se ensanchó, se sutilizó y adoptó una forma nueva. Desde entonces permanezco sobre la mesa, convertido en rosa, a la espera de que mi legítima dueña, la pantera, venga a rescatarme.


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